Raquero (Archivo Javier Ortega)

Raquero (Archivo Javier Ortega)

PRESENTACIÓN DEL BLOG:

"Síguela, que es buena,

síguela, que es mala,

síguela, que tiene

pelos en la cara."




Según Esteban Polidura Gómez, esta coplilla la celebraban los raqueros de Santander a despecho de la contrariada autoridad municipal, allá por 1864, cuando aquel escritor contaba unos doce años, y Pereda daba a la imprenta sus Escenas Montañesas.



Tomo ahora prestado el primer verso para iniciar la singladura de este blog, que debe tener contenidos educativos, relacionados con la Lengua castellana y su Literatura.



Espero que sea del gusto del lector, que en él se propongan enseñanzas motivadoras, útiles y edificantes, y que se nutra de la aportación de todos los interesados en estos temas.



Muchas gracias a todos/-as por hacerle un pelín de caso.



¡Adelante, pasen sin llamar!

sábado, 30 de diciembre de 2017

La vía de la conciliación.


Un jefe es un superior, alguien que comanda un grupo de trabajo y que toma decisiones que pueden afectar a sus subordinados. Al jefe, generalmente, se le teme y se le respeta. Raras veces se le reverencia, a no ser que sea capaz de demostrar un tacto, una habilidad y empatía que le lleven a conectar con el equipo humano que dirige. Las mejores empresas y los empleados más afortunados cuentan, en la dirección, con este tipo de personas: aquellas que hacen sentir su autoridad, pero sin intimidar. Que hacen que su sector opere con efectividad, pero sin olvidar los quilates de un precioso lado humano. Al fin y al cabo, se está al frente de individuos dotados de sensibilidad, necesitados en muchos momentos de estímulo y de apoyo.

Félix Conde Miranda estaba al frente –hasta su fallecimiento el 29 de diciembre de 2017—del IES Senda Galiana, un centro de estudios rural situado en Torres de la Alameda, en el Corredor del Henares. Más de ochocientos alumnos, procedentes, la mayoría, de familias humildes. Félix era el director, sí, pero, primero, antes que nada, era Félix, profesor de Educación Plástica, era Félix el compañero y el hombre. Era la personalidad cercana, que se tomaba un café con hielo tranquilamente con su equipo de educadores; que departía sobre cine clásico (que le encantaba) y moderno, sobre héroes del cómic (Tintín, Corto Maltés), sobre arte y dibujo (uno de sus últimos comentarios conmigo fue que había visto abundante y buena obra de Alphonse Mucha en Praga, a raíz de informarle yo sobre la exposición antológica de Madrid, en el Palacio de Gaviria). Un hombre abierto a todo y se puede decir que a todos, porque por encima de los juicios críticos, puntos de vista e ideologías, arraigaba muy firmemente en él un ánimo conciliador, ecléctico incluso, de saber escuchar al otro y esperar a opinar después. Félix era un gran diplomático: sabía caer bien a la gente, volviéndose cordial, amigable, receptivo. Esto no quiere decir que lo consiguiera todo, que acertara a ganarse siempre voluntades ajenas. Conseguía lo que podía, que a veces era bastante. No se mostraba corrosivo con el poder, y prefería esquivar enfrentamientos inclinando el trapo de la mayor hacia el lado del viento, aguardando en lo posible los cortos virajes que la legislación permitía en ese rumbo acordado.
Félix tuvo aciertos, y también errores (como los cometemos cualquiera de nosotros). Creía que la organización del instituto en aulas materia iba a aumentar la calidad de las enseñanzas impartidas, cuando en realidad es un factor aún por determinar, que provoca aparatosos movimientos de alumnos y profesores en cada intercambio de clase. Es el modelo americano. Pero en Estados Unidos se suele realizar con mejores infraestructuras, menor número de alumnos por aula y mesas siempre separadas.

Félix era un hombre muy humano, que intentaba ayudar ante cualquier problema personal. Esto no quita para que nunca olvidara su posición y te dijera con contundencia en qué debías mejorar. A menudo, --y esto es un defecto generalizado en todos los jefes—se le olvidaba reconocer las mejorías a título individual y prefería hacerlas extensivas a la totalidad del claustro de profesores. Le costaba alentar, o incluso reconocer el esfuerzo (si es que notaba que el tal se producía efectivamente). Luego, a medida que la administración educativa apretaba el torno, Félix se fue distanciando del entendimiento con cada miembro del equipo docente, para guardar más las formalidades.
Sin embargo, tengo que decir que lo he tratado como mi superior durante más de diez años, y que he sentido, de corazón, que era la mejor persona a quien he visto ocupar cargos directivos en un instituto de Secundaria. La más llana y accesible, y en buena manera, comprometida. Seguramente le debo más de un favor que él me hizo en silencio.
Ahora, en su ausencia, hay que mirar para adelante, y seguir ejerciendo con profesionalidad y firmeza nuestra labor de educadores, que es lo que a él más le hubiera gustado y complacido.
Desde mi convicción de creyente, ruego a Dios que le colme de la felicidad que aquí le haya quedado disfrutar, y que le haya dado un buen puesto en la morada eterna, desde donde cuide de sus dos jóvenes hijos, pueda consolar a familiares y amigos, así como continuar alentando nuestra vocación y nuestra esperanza en un mundo más justo.
Descanse en paz. Así sea.
Antonio Ángel Usábel, diciembre de 2017.

lunes, 6 de noviembre de 2017

Técnicas de estudio y de aprovechamiento del tiempo. Pensar en positivo.


1. A lo largo de tu vida te vas a encontrar con obstáculos y dificultades. Nunca debes desanimarte ni perder tus objetivos ante ellos. Piensa en positivo y, aunque sufras algún percance, tienes que persistir. El fracaso, como tal, no existe; solo se dan malas experiencias, de las cuales podemos aprender, extraer conclusiones, para mejorar nuestra vida en un futuro. La resiliencia consiste en cultivar la paciencia para adaptarnos a la adversidad. Cuanto más pacientes seamos al identificar nuestros problemas, más capaces seremos de “bordearlos” y dejarlos atrás. El pasado no tiene por qué condicionar ni nuestro presente, ni nuestro futuro. No debemos “rumiar” mentalmente los percances, sino –una vez sucedidos-- dejarlos pasar: “Agua pasada, no mueve molino”. Abraham Lincoln alcanzó la presidencia de Estados Unidos a los 51 años. Antes, había sufrido en su vida al menos siete derrotas duras: perdió a su madre con nueve años; trabajó de leñador, carpintero, remero, administrador de correos y no se hizo abogado hasta los 27 años; fracasó en los negocios con 31 y 34 años; abandonó la política, desencantado, a los 40 años; regresó a ella, pero perdió dos elecciones al Senado; se le murió un hijo… Lincoln, cada vez que caía, volvía a levantarse con más fuerza.
2. Para estudiar se requiere fuerza de voluntad. Esta te conduce al esfuerzo para conseguir el objetivo de aprobar tus asignaturas (incluso con la idea de sacar buena nota). ¿Cómo se potencia la fuerza de voluntad? Primero, dedicando pequeños tiempos a actividades que no te gustan, o que preferirías no hacer. Segundo, márcate pequeños objetivos que puedas conseguir, en algo que no te gusta, y comienza a cosechar buenos resultados. Si lo crees necesario, escribe tu compromiso del día en una cartulina y ponla en un sitio bien visible de tu habitación de trabajo. P. ej., no me gusta Lengua, pero hoy voy a hacer los ejercicios mandados, y mañana me presentaré voluntario a hacer uno. No me gusta Biología, pero ahora me voy a poner a hacerme un esquema o resumen del tema que vemos.
3. Nunca te engañes a ti mismo. Recuerda que eres el DUEÑO DE TU DESTINO. Ante toda dificultad, “soy el señor de mi destino,/ soy el capitán de mi alma.”—que decía el poeta William Henley. Nunca aplaces la realización de algo que te conviene para obtener un logro. Tienes que decirte: “Me pongo a hacerlo ya.”Una vez que vayas consiguiendo pequeños o medianos éxitos, prémiate, date una recompensa.

4. Lleva una vida sana y equilibrada: descansa y duerme lo suficiente. Disfruta lo necesario. Haz deporte. Relájate practicando una respiración pausada, en una postura cómoda, inspirando y soltando aire con lentitud. Puedes tumbarte en tu cama, con las piernas flexionadas sobre una almohada o cojín, ojos entornados, boca entreabierta, músculos completamente distendidos y mente vacía; intenta “flotar” con tu cuerpo durante dos sesiones diarias de diez minutos.

5. Concéntrate en el momento presente. Vive conscientemente. Evita las distracciones: Si estás escribiendo, estás escribiendo; si estás haciendo un resumen, estás haciendo un resumen; si estás contestando a un chat, estás contestando a un chat. Cada cosa tiene su tiempo, y hay un tiempo para cada cosa. No dejes que una actividad “invada” el tiempo de otra. El proceso para alcanzar la atención plena se sintetiza en tres pasos básicos:

A) Prestar atención al objeto.

B) Notar que la mente tiende a la divagación, que comienza a distraerse en un momento dado (con recuerdos, asociación de ideas, puntos de fuga del aquí y ahora). Decirnos: --“¡Eh! ¡Me estoy distrayendo, me estoy distrayendo! ¡Y no quiero distraerme!”

C) Recobrar nuestra atención con serenidad.

Debes aislarte del resto de la casa, en una habitación cómoda, equipada para el trabajo, y sin ruidos.

6. Durante las clases, presta la máxima atención a las explicaciones del profesor. Nota lo que recalca o señala como importante. Será la pauta para tus resúmenes del tema. La atención equivale a más del 50% del trabajo de aprendizaje hecho. Facilita claves indispensables en cada asignatura.

7. Organízate el tiempo de estudio creando un hábito de trabajo: márcate un horario diario, empezando siempre a la misma hora. Comienza por una actividad de dificultad media, sigue con lo más difícil, y finaliza con lo más simple o sencillo para ti. Descansa cinco minutos tras la primera hora (relájate, mira por la ventana, date una vuelta por la casa, bebe un vaso de agua…); después de una segunda hora de trabajo, descansa entre quince y treinta minutos. Procura estudiar todos los días: si no tienes deberes, aprovecha para hacer esquemas, resúmenes, o repasar. Realiza un plan semanal. No olvides dedicar un tiempo extra a tus asignaturas pendientes de otros cursos. Preocúpate por averiguar con tiempo qué tienes que hacer exactamente para recuperarlas.

8. El proceso de estudio eficaz exige tres pasos: comprender, asimilar y retener. Hazte preguntas previas sobre lo que quieres saber de ese tema. Acompáñalas de otras sobre lo que ya puedes conocer de él. Lee el tema con un diccionario a mano. Busca en él lo que no comprendas. Extrae, tras una segunda lectura de cada párrafo, la idea central de él (que es aquella que no se puede quitar). Si no puedes retener las palabras exactas con que está formulada, intenta fijarla en tu mente con tus propias palabras. Al término de cada apartado del tema, explícate a ti mismo, en voz alta, lo captado, como si fueras tú el profesor explicándoselo a unos compañeros que no lo han entendido. Si lo consigues hacer sin dudas, significará que lo has asimilado, es decir, que has hecho tuyo el contenido del epígrafe. Puedes estudiar también en voz alta; verbaliza tu estudio, escuchándote mientras lees varias veces cada párrafo. Procura relacionar siempre lo estudiado con lo que ya sabías de la asignatura, con partes con las que guarda una relación. Solo lo que se retiene bien, porque se ha comprendido bien, se recuerda. Asignaturas como Matemáticas, Idiomas y Lengua (Gramática) requieren subir el muro “ladrillo a ladrillo”, o sea, construir sobre una base de conocimientos elementales.

9. Sírvete (si el libro te pertenece) del subrayado en colores, otorgando un grado de importancia a cada color (muy importante / importante/ menos importante). Hazte esquemas o resúmenes, que son fundamentales para repasar la asignatura en los días previos a un examen. Igualmente, te puedes grabar a ti mismo en MP3 recitando el resumen de cada apartado, y escucharte varias veces, en vez de leer (eso sí: no se te ocurra utilizar tus grabaciones durante el examen, ni ningún otro medio electrónico para copiar.) Cuando hagas resúmenes, desarrolla una idea en cada párrafo; escribe oraciones cortas y bien puntuadas. Usa tus propias palabras. Busca la claridad expositiva. El resumen no debe ocupar más del 25% de lo estudiado. Elimina todo lo secundario que no sea relevante para las ideas fundamentales (o aquellas secundarias, relacionadas con ellas). El esquema desarrolla menos, pero en él se visualiza más rápido el contenido.
10. No olvides ensayar con tiempo la parte práctica de cada asignatura: los ejercicios requeridos. Haz ejercicios suficientes, hasta comprobar que los entiendes y dominas. En Internet se pueden encontrar páginas confiables donde encontrar ejercicios para practicar. P. ej., http://www.elprofesorencasa.com/ (solo una parte es gratuita); https://soymatematicas.com/paginas-de-matematicas/ ; http://www.elvelerodigital.com (sobre todo, para Lengua castellana y Literatura). Asimismo, materiales teórico-prácticos de ampliación en https://cvc.cervantes.es/ (Lengua castellana y Literatura); https://procomun.educalab.es (todo tipo de materias).

11. Los días anteriores a un examen son solo para repasar y consolidar lo ya aprendido. Has tenido que asimilar y retener lo que se te va a preguntar. No se puede comenzar el estudio de los temas la víspera de la prueba. No se puede dominar la parte práctica si no se llevan hechos ejercicios suficientes (y verificados).

12. Puedes estudiar en cooperación con otros compañeros, mediante el intercambio de información (resúmenes y esquemas, búsqueda e intercambio de datos, realización y puesta en común de la parte práctica de cada materia). Tú puedes explicarles a ellos lo que se te da mejor, y ellos a ti lo que peor comprendes. Pero no olvides que la fuente de información primaria es el profesor de la asignatura. No te quedes con dudas. Pregunta siempre al profesor.

13. Durante el examen: echa un vistazo rápido a todas las preguntas. Organízate: valora su puntuación y las que te sabes mejor. Comienza por las que tengas completa o mayor seguridad. Sé preciso y completo en tu contestación. Escribe oraciones cortas, bien puntuadas, y con una idea fundamental en cada párrafo. Sírvete con generosidad del punto y aparte. Observa limpieza, buena caligrafía y ortografía, y respeta los márgenes necesarios. Si se te permite, utiliza el reverso de la hoja de examen como borrador (para hacerte un mínimo guion, o un ejercicio dudoso). En las pruebas tipo test o de respuesta múltiple, contesta primero a las que te sepas con plena seguridad de acierto. Deja para luego las dudosas. Si se resta puntuación, no te arriesgues a contestar. La respuesta correcta suele ser, frecuentemente, la más lógica o la más elaborada por el profesor. Busca en tu mente similitudes con conocimientos relacionables. P.ej., si te preguntan si la palabra “loable” lleva un sufijo, y si este es –able, puedes responder que sí, recordando que la misma terminación (que convierte a la palabra en un adjetivo) se da en muchos otros vocablos del castellano (imaginable, adorable, recortable). Utiliza tu memoria y tu lógica para estas relaciones.

14. Intenta poner remedio a los problemas y un rumbo a tu vida lo antes posible. Que tu vida tenga un porqué. Que, superando cada desánimo, tu vida siempre tenga un sentido para ti (como, seguro, la tiene para los demás, para quienes te rodean, y son tus familiares y amigos). Da tú mismo un sentido a sus vidas.

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[Con información de los libros: Bernabé Tierno, Las mejores técnicas de estudio, Ed. Planeta / Temas de Hoy, Col. Booket, nº 4011; Miguel Salas Parrilla, Técnicas de estudio para Secundaria y Universidad, Alianza Editorial, 2014 (5ª ed. revisada), Col. Libro de Bolsillo, CS48]
Fluir_Absortos en el instante.

domingo, 29 de enero de 2017

Convivimos.


Muy difícil es enseñar a quien no está bien educado. La forja de un ser humano, como persona, comienza en casa; es labor de los padres. La escuela puede contribuir a formar personas, mediante el refuerzo de una serie de valores éticos que perfilen las bases de la CONVIVENCIA.
Un profesor de Religión católica, agustino, me enseñó una vez que el hombre no solo VIVE, sino que CONVIVE, puesto que está destinado a socializar.
Pero, para que una sociedad admita a personas, ha de defender también a ultranza buenos y sólidos valores: respeto, tolerancia a otras formas de pensar, saber guardar el turno de palabra, nunca alzar la voz para acallar al otro, tener cortesía con los ciudadanos de más edad (y experiencia), atender al maestro, que es guía hacia el conocimiento.
Si la sociedad no defiende esos valores, es un grupo social enfermo. Puede que los jóvenes, hoy día, estén recibiendo de la sociedad una lectura equivocada de lo que es la vida. Quizá se les convoca demasiado al éxito, y no al sacrificio, a la imposición y no a la tolerancia, a la egolatría y no a la empatía. Pero puede que también la sociedad esté siendo muy injusta con ciertos jóvenes, trabajadores, animosos, solidarios, emprendedores, cuyo destino no se acaba de afianzar dentro de un inclemente mercado laboral que da pocas oportunidades. Esos jóvenes que se han preocupado por aprovechar bien sus años de formación --ya sea para estudios de Grado superior, o ya para el Grado medio--, conscientes de que en el mundo hay millares de chicos que quieren estudiar, pero no lo logran, pues viven en condiciones precarias, NECESITAN Y SE MERECEN SU LUGAR EN LA TIERRA.
Un conocido me comentó el caso de un familiar suyo que, en El Cairo, estudió Medicina por las noches... a la luz de una farola, pues su familia era tan pobre que no se podía costear la energía eléctrica. Parece un cuento del realismo mágico. Y, sin embargo, es real. No hay límites ni fronteras que detengan el ímpetu del espíritu humano. El aliento de quien sabe que debe superar cualquier dificultad, en el empeño de realizar su objetivo.
Y es fundamental que la sociedad inculque, desde el seno mismo del hogar, ese ánimo de lucha, que no de lucro. Esa necesidad de formar personas responsables y que transmitan la idea de voluntad y de responsabilidad. Solo así se llegará a un mundo mejor, más sensato, que aborrezca lo impropio, lo descabellado, lo lastimoso, lo insolidario, lo mezquino y ruin.
El profesorado ha de ser ayudado en la labor de enseñar conocimientos, trabajando con niños y adolescentes que acepten con agrado su misión de guías, de maestros, los que marcan el camino. Y es tarea principal de los padres cuidar de que sus hijos se sepan comportar, y con ello acepten convivir.
Como afirma en cierto documental un niño hindú de muy humilde condición, pero de máxima entrega, hemos venido a la vida sin nada, y sin nada nos marcharemos de ella. Solo seremos lo que podamos alcanzar con nuestro esfuerzo, y lo que dejemos detrás de nosotros. Joven e hijo, hombre y padre, trabaja, construye un mundo mejor, que aquel genovés solo supo condolerse de sus muchas riquezas materiales que iba a dejar a su muerte. Lo más triste: la cosificación del alma, el alma petrificada. La mansión de Xanadú. Qué pena no contar nada más que con cosas como confidentes.
© Antonio Ángel Usábel, enero de 2017.
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Profesora del IES Isidro de Arcenegui estalla después de 19 años en la docencia: "Estoy harta de aguantar la mala educación de un porcentaje cada vez más alto de alumnos, del proteccionismo de los padres y de los cambios de normas de la Administración."
La profesora Eva María Romero Valderas, aclarando que no es por un hecho puntual sino por una sucesión de dinámicas sociales y educativas, decidió realizar una Intervención-Arenga, en Claustro del pasado martes que constara literalmente en acta, como así ha sido recogido, analizando multitud de problemas en la educación derivados de lo que se recoge en el titular de esta noticia, y que ha contado con el apoyo unánime del Claustro de profesores. Ésta es su intervención al completo, donde reseñando una contestación de un padre por teléfono, en la que le espeta a la profesora que está ahí para aguantar, y profundizando en los problemas destacados en el titular de esta noticia, pone en valor el trabajo visible e invisible que desempeña el profesorado:
Vayan por delante dos premisas:
1ª: No tengo nada en contra del Equipo directivo. Esto que voy a decir a continuación no es producto de una situación puntual que deba resolverse con una modificación del Plan de Centro ni nada parecido. Sí quiero que conste en acta.
2ª: Esto que voy a hacer ahora se llama arenga: discurso militar para enardecer a las tropas antes de entrar a la batalla.
¡Ya estoy harta!
Ya está bien señores, de seguir aguantando.
Yo no estoy aquí para aguantar, y utilizo las palabras textuales que un padre me dijo por teléfono cuando lo llamé para que corrigiera la actitud de su hija, que no me dejaba hacer mi trabajo.
A mí, que yo sepa, me pagan para enseñar, no por aguantar.
Harta de la sociedad, que encumbra a seres que presumen de su ignorancia, que valora a un futbolista o a un ‘nini’ más que a una persona con estudios, respetuosa y educada. De los programas de televisión, que presentan como modélicos a aquellos que sin estudios y sin sacrificio alguno se han colocado ganando un sueldazo por criticar, acostarse con, comprar en…
Estoy harta de aguantar la mala educación con la que llegan, cada vez en mayor porcentaje, los niños al Instituto. La falta de consideración, no digo ya de respeto, hacia mi persona cuando entro en las clases, que parece como si entrara el viento por la ventana.
Harta del proteccionismo de los padres, que quieren que sus hijos aprueben sin esfuerzo y sin sufrir, sin traumas…De la falta de valoración del esfuerzo que sí hacemos nosotros.
Harta de la Administración, que cambia las leyes y la normativa que rige en mi trabajo sin preguntarme qué opino y sin darme formación para hacer bien mi nuevo trabajo. Que me coloca dos horas más en el horario lectivo y me explota laboralmente, porque yo, en los últimos años, lo único que hago es trabajar, trabajar como una posesa. Ya, hasta mis hijos me lo dicen.
Ahora dicen que nos van a devolver esas horas, ¿sabéis donde nos la van a devolver? En el horario irregular que dedicamos en casa, el que nadie ve. Yo tardo cinco horas en corregir 30 exámenes de 1º de Bachillerato, entonces ¿ya esa semana no doy ni una hora más en casa, no? Ya no programo, no preparo mis exámenes, no me actualizo para utilizar la Tablet (que me he comprado de mi bolsillo para trabajar mejor), ni para saber utilizar la plataforma digital del Centro, no relleno informes de faltas, no redacto actas…y un largo etcétera de tareas invisibles.
El colmo es que algunos de nosotros nos hemos planteado pedir reducción de jornada, cobrando menos, para hacer bien nuestro trabajo. Pero, ¿adónde vamos a llegar? ¿En qué trabajo se hace eso? ¿Dónde se ha visto renunciar a tu salario para dormir con la conciencia tranquila? Esto no pasa en ningún lado.
Y encima de todo hay que aguantar “¡Qué bien viven los maestros!” Porque para la sociedad somos unos privilegiados que “no damos un palo al agua”.
Las 67 propuestas de mejora de la Educación famosas no vienen sino a machacarnos todavía más. ¿Qué vamos a hacer cuando a un alumno no lo podamos expulsar unos días por mal comportamiento? Además, tampoco está bien visto que lo pongamos a barrer o hacer tareas para la comunidad…el padre no quiere que humillemos a su hijo. Pues yo creo que debemos imbuirnos de la gracia del Juez Calatayud. Autoridad somos igual que él. Ejerzamos nuestra autoridad, es lo único que la ley nos reconoce, hagámosla efectiva.
Tenemos que hacernos oír, actuar como colectivo, no irnos quejando por los rincones, a escondidas, que parece que nos da vergüenza. Así no se nos oye fuera. Gritemos nuestro inconformismo, no podemos seguir así, exijamos nuestros derechos como trabajadores, que parece que todo el mundo tiene derechos menos nosotros.
Enseñamos a nuestros alumnos por ser críticos, mentes libre pensadoras que puedan elegir y discriminar lo que les conviene de lo que no, y nosotros somos los primeros aborregados, no hacemos nada, seguimos agachando la testuz para que el yugo nos caiga con más fuerza.
Yo así no aguanto más, vosotros haced lo que queráis. Llevo 19 años en la docencia, tengo 45, a lo mejor es mi crisis de la mediana edad...pero, si algo me han dado los años es valor, no tengo miedo, y, como me aprieten más el tornillo, saltaré como un resorte. Solo quiero avisar: de aquí en adelante no pienso quedarme callada ‘por educación’. Contestaré en el mismo tono y con la misma contundencia que se me trate.
A mí me gusta enseñar y transmitir. Me gusta el trato con los alumnos, los quiero y animo. Me considero un motor social de cambio, una fuerza generatriz. No soy un burro de carga dispuesto a aguantar hasta que reviente.
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¿Quién ha de hacer los deberes?
Se me ocurre que hay una sociedad que tiene una serie de deberes pendientes y más aún con los resultados aún calientes de la evaluación Pisa
ELVIRA LINDO
17 DIC 2016
Urge que los políticos hablen de educación y dejen polémicas banales.
La leyenda, más que urbana, doméstica, existe: los deberes los hacen los padres. No los míos, desde luego. Ni tampoco los suyos, si compartimos generación. Cuando nosotros éramos niños, las madres, que eran las que solían estar en casa, no estaban muy pendientes de ese asunto. De vez en cuando, se oía la célebre frase “¿no tienes deberes?” en un tono rutinario. Éramos, para bien o para mal, más independientes; para bien o para mal, nuestra primordial misión en la vida como niños era no dar guerra. Y aprobar. Una vez que nos tocó ser padres y madres, en ocasiones, divorciados, vivíamos nuestro papel con culpabilidad, y sí, les hicimos algunos deberes a nuestros niños. Que tire la primera piedra el que no lo hiciera. En mi caso, como mis cualidades pedagógicas son nulas era como que terminaba antes si lo remataba yo. No siempre me pusieron buena
nota, la verdad sea dicha.
Ahora me cuentan amigos más jóvenes que las criaturas andan agobiadas por el volumen de deberes a los que han de enfrentarse cada tarde. A eso se suma que con los disparatados horarios españoles, las madres o los padres ya no están en casa para aliviarles el trabajo. Dado que el asunto ha llegado al Congreso de los Diputados, de lo cual me alegro (es urgente que los políticos hablen de asuntos como la educación y dejen de embarullarnos con sus polémicas banales), se me ocurre que hay una sociedad que tiene una serie de deberes pendientes y más aún con los resultados aún calientes de la evaluación Pisa. Apunto algunos:
Los padres tienen el deber de educar a sus hijos en la medida de lo posible, para que el profesor pierda menos tiempo en corregir unos modales que dificultan la enseñanza; la sociedad en sí misma tiene el deber de entender que la buena educación diaria, en la calle o en el trabajo, es formativa, que la cortesía es tan contagiosa como la zafiedad; si antes aceptábamos que la educación de los niños correspondía a la
sociedad en general y no solo a papá o a mamá, ahora debería comprenderse que el aumento de la grosería y la violencia verbal contribuyen a cómo se comportan los niños; el Gobierno y la oposición tienen el deber de racionalizar los horarios para favorecer la convivencia familiar; los padres tienen el deber de no sobrecargar a sus hijos con un exceso de actividades extraescolares que a cualquiera de nosotros agotaría; los niños tienen el derecho inapelable a jugar; los adultos tienen el deber de favorecer el juego en la calle; los niños tienen el deber de aburrirse, y los padres, de no provocar en sus hijos una necesidad constante de novedades; los padres tienen el deber de no sobreestimular a los niños favoreciendo un carácter ansioso e impaciente; los profesores deben serlo por vocación, no es un oficio que tolere las medias tintas; el Gobierno no debe sobrecargar a la educación pública con las necesidades provenientes de la inmigración, es un asunto que concierne a toda la comunidad educativa, privada, concertada o pública; el Gobierno debe entender que es urgente y necesaria una asignatura que aborde los derechos y deberes de la ciudadanía; los centros no deben tolerar las faltas de respeto a los profesores por parte de los alumnos; los padres no deben tolerar que sus hijos ofendan a sus profesores; los padres no deben hablar de manera displicente de los profesores delante de sus hijos; las tutorías, más en estos tiempos, deben considerarse parte fundamental de la actividad escolar; las asignaturas creativas, como la música o las artes plásticas, no deben relegarse al horario extraescolar como si no sirvieran para nada; los niños tienen el derecho a ir bien desayunados al colegio; los padres, los profesores y los médicos deben entender que hay niños que sufren ansiedad y la ansiedad no precisa medicación sino un ritmo social distinto; el estado debe asumir que la escuela tiene que seguir siendo el mayor mecanismo de igualdad social; el sistema educativo debe insistir en que los niños aprendan a expresarse con claridad y a comprender un texto, de ahí depende en gran parte su futuro; la educación debiera ser uno de los temas prioritarios del discurso político; los profesores deberían de tener más tiempo para desarrollar sus clases y no vivir esclavos de la burocracia.
Cargar sobre el profesorado el que los niños sean excelentes es injusto.
Todos deberíamos entender que un niño no se educa solamente en el colegio y que los resultados académicos son un reflejo de lo que está ocurriendo en un país: el nivel de educación en la calle, en los medios, la ansiedad que
provoca la falta de expectativas, la agresividad, los malos modos, las palabras gruesas. Eso importa. Cargar sobre las espaldas del profesorado el deber de que los niños sean excelentes es injusto. Los cachorros se educan en la manada, así que usted y yo, como parte de ella, también tenemos un montón de deberes que hacer.